Pasaron varios meses de un día más. Como si estar viva fuera
cosas de todos los días.
Cuestión de costumbre. Un poco automática. Un poco distraída.
Nada por aquí, muy poco por allá. Todo este tiempo no pude mirar la ciudad con
otros ojos. ni cerrarlos y escuchar el murmullo de fondo de continuo de los autos como ríos.
No
pude escuchar el sonido de las copas de los árboles por el viento. Ni sentir en mi. Se borraron los pájaros. No había ojos que me
llamaran la atención. Ni gestos, ni vestimentas, ni escaleras. ni edificios Un borrón general. La vida sin. Hasta que un poco de sol me entibió la piel y al día siguiente desperté con los oídos destapados.
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