Hoy ella
no nombra sus huesos, sus músculos,
no nombra sus dientes, sus uñas, sus codos, ni las pupilas o los párpados. Nombra
la tierra.
los árboles, los pájaros, las cosas,
las casas, algunas ciudades, los ríos, el continente donde vive, otros
continentes de extensiones que nunca recorrió. Hoy ella dice nombres propios de
personas desconocidas. Hoy nombra todo lo posible, menos a ella misma, sus ideas,
sus pensamientos, sus ganas, sus amores con mujeres, con hombres, hoy ella se ubica
fuera de cuadro, tras bambalinas, fuera del plano, fuera de escena, sin sus problemas
ni sus placeres.
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